Una breve reflexión: con mucha tristeza veo que en diseño se replica una confrontación estéril de otras disciplinas entre académicos y profesionistas.
De un lado se descalifica al académico por estar "fuera de la realidad, en su cubículo y alejado de la práctica" incluso llegando a decir que está "desconectado de la innovación que hay en el mercado".
Del otro lado se descalifica al profesionista por "replicar año tras año las mismas fórmulas haciendo talacha en chambas irrelevantes" incluso afirmando que carece o tiene una "mínima capacidad de reflexión sobre su quehacer".
Es fácil descalificar. Y triste. Y muestra más de quien descalifica.
Sobre todo en diseño. Una disciplina/profesión en la que debería buscarse constantemente la innovación, y por tanto evitar importar esquemas que no hacen sino frenar el desarrollo de la persona, de la profesión y de la disciplina.
De un lado el "pintamonos" talachero, banal y presuntuoso. Del otro lado el "ratón de biblioteca" ambiguo, abstracto y también presuntuoso. El primero está orgulloso de no tocar un libro, el segundo está orgulloso de no tocar una lija.
¿Qué hay enmedio?
Bueno, pues enmedio está quien reconoce los siguientes diez principios del diseño:
1. No existe la división entre teoría y práctica
2. De la práctica se construye teoría
3. De la teoría evoluciona la práctica
4. Diseñar puede ser una parte clave de investigar
5. Investigar puede ser una parte clave de diseñar
6. Se puede (y se debe) innovar desde la práctica
7. Se puede (y se debe) innovar desde la academia
8. La investigación no debe ser mal interpretada como pretexto para la hueva
9. La práctica no debe ser mal interpretada como talacha irrelevante
10. Un buen diseñador aprende, enseña, investiga, aplica y reflexiona todo el tiempo
Lamentablemente el día de hoy estos 10 principios se violan la mayor parte del tiempo: cuando el 'diseñador' se enorgullece de que no lee, vulnera los principios 1, 3, 9 y 10. Cuando el 'diseñador' descalifica el trabajo del académico vulnera los principios 1, 3, 5, 7, 8 y 10. Cuando el académico menosprecia el trabajo del diseñador reflexivo vulnera los principios 1, 2, 4, 6, 9 y 10.
Quizás un matiz que cabe en esta discusión bastante inoficiosa, es que al menos en la realidad que me ha tocado vivir la formación "académica" profesional de diseño no se hace cargo del fenómeno creciente de desempleo y desvalorización del trabajo de diseño, el cual debe encararse enseñando a mirar por sobre el mercado laboral y la propuesta de diseño "estándar" hacia otras cosas que crean mayor valor y nuevos espacios de negocios para el diseño. Este fenómeno no tiene culpables ni cómplices que puedan personalizarse en la academia o el gremio exclusivamente, hay circunstancias, prácticas y creencias que cambiaron, con ello la necesidad de actualizar la información, investigar, inferir, crear, proponer, ejecutar e implementar debe nutrirse de múltiples fuentes y ahí cabemos todos (si es que damos la medida).
ResponderBorrarSaludos
Mi estimado Ricardo...
ResponderBorrarCreo que es una realidad, pero al mismo tiempo es una oportunidad.
Algo que no debemos de perder de vista es que nuestra profesión implica el desarrollo de un producto útil, con finalidades predefinidas y sistemas o procesos de evaluación de la efectividad del mismo. Dentro de este marco, siempre he considerado que el sistema que siguen universidades o escuelas de diseño en los EU es mucho más benéfico para los alumnos, en donde a los profesores de planta se les pide que sigan con su práctica profesional o que estén integrados en procesos formales de investigación o asesoría externa, de manera que no pierdan el contacto con el ejercicio de la profesión.
No podemos olvidar que el ejercicio del diseño tiene una parte teórica que no podemos olvidar si queremos diferenciar nuestro trabajo de procesos intuitivos o accidentales, y por otro su parte práctica indispensable... igual que la medicina por decir algo.
Un saludo
Gracias por sus comentarios. En concreto:
ResponderBorrar1. Álvaro me interesaría explorar a lo que te refieres por "hacia otras cosas que crean mayor valor", creo que ahí habría algo interesante de discutir.
2. Coincido con Álvaro en el aspecto de "dar la medida". Me impresionó hoy escuchar a un diseñador profesional y docente universitario decir en un seminario que "los ingenieros piensan que los diseñadores son maricas" (así, en ese nivel vulgar y homofóbico). Ni valdría comentarlo solo que, en efecto, a menudo así se generalizan ideas que sólo aplican a los malos diseñadores, no a todos afortunadamente. Digo, quién llamaría marica a Santiago Calatrava? O Jorn Utzon? O John Maeda? O sea: un buen diseñador, en toda la extensión de la palabra (hábil con la mente y con las manos) es respetado por técnicos y rudos por igual. Y en consecuencia, todo "pintamonos" maquillista es suceptible de ser menospreciado por cualquiera, no tienen los ingenieros la exclusividad.
3. Chuy, que bien la parte de "diferenciar nuestro trabajo", coincido plenamente. Sobre la anaolgía con la medicina hay mucho de qué hablar. Solo una cosa: el estudiante de medicina lee y lee y lee mucho antes de tomar un bisturí (primero en cadáveres y luego en humanos vivos). Es un proceso largo, gradual y complicado que en el diseño muchos quieren brincarse ignorando el proceso gradual entre conocimientos y habilidades.
saludos!