Laura, gracias por tu comentario, toca puntos centrales para este blog:
"Hace un par de años, programando compromisos con investigadores de UAM, uno de ellos suspiró y dijo: " la verdad uno está tan a gusto en su torre de marfil..." El comentario me dejó sin habla, porque lo que yo esperaba era justo lo contrario: una actitud por lo menos inquieta donde los interlocutores asumieran compromisos sin pensar en los puntos académicos que les granjearía hacer actividades externas, pero sí en la urgencia de vincularse al mundo externo. A la gente de a pie, vamos.
Poca investigación se hace en México y mucha menos se comparte. Insisto que el esfuerzo que se realiza para ser publicado por la casa editorial de una universidad, tener una presentación, que te aplaudan los colegas y 11 alumnos distraídos, es estéril. No para el CV del diseñador-investigador en cuestión, porque se promueve dentro de la estructura académica, sino para el medio donde se desarrolla, donde vive, donde se mueve y se tropieza a diario por lugares y servicios ausentes de diseño.
Si la investigación no sale a la luz pública, mucho más largo será el camino para que tenga un impacto en la industria, en la vida cotidiana de algunos miles. El caso de los hospitales es muy concreto. Punto de inicio para la reflexión."
Ciertísimo.
El mayor problema como indicas es la falta de un diseño sólido "de a diario", e igualmente creo que podría haber más investigación si las aplicaciones estuvieran al alcance. Es un círculo causal, y creo que hasta ahora la actitud del diseñador ha sido de ignorar la investigación y del investigador de ignorar la práctica.
Tragedia grande sobre todo en el diseño donde en realidad no se puede ser diseñador sin ser investigador, y viceversa.
Luego también hay que ver el nivel de investigación del que hablamos. Con pena he visto varios artículos llamados "de investigación" publicados por el depto editorial universitario con referencias a la enciclopedia Encarta y la revista 'Muy Interesante'. Digo, esa 'investigación' de nivel secundaria tampoco creo que fuera relevante por más aplicaciones (obviadas) que pudieran colgarle.
Se me ocurren otros ejemplos donde también el enlace entre investigación y práctica es normalmente débil o inexistente.
Por ejemplo, ahora que propuse el análisis de sitios y páginas de internet a los alumnos de maestría en la Univ de Sydney, la verdad obtuve dos tipos muy distintos de resultados. Por un lado, (minoritario desafortunadamente) recibí análisis críticos, a fondo, considerando cada decisión de diseño de páginas web y ligando estas decisiones con datos reales de investigaciones y estudios de uso, interface, etc. En cambio la mayoría de los estudiantes continúa (a nivel posgrado!) sin entrar en el análisis y se queda en la mera descripción y opiniones personales subjetivas. En el primer caso un análisis diría por ejemplo "la tipografía elegida (serif) tiene problemas de legibilidad pues en resoluciones de 800x600 equivale a 9 puntos; esta letra en párrafos de más de 4 líneas dificulta la lectura". En cambio, el segundo tipo diría "el diseño es malo porque la página tiene demasiado texto". Literal.
Para decenas de este tipo de ejemplos sobre diseño web, recomiendo este sitio a quienes estén interesados en el tema:
usability.gov/guidelines, el cual enlista muy bien el nivel empírico de varios elementos de diseño. Sería interesante seguir con ese listado y extenderlo a otras áreas de diseño gráfico, industrial, etc.
Me imagino un día un cuerpo sólido de trabajo que diga: "Research-Based Product Design Guidelines" parafraseando el sitio éste de usability.gov.
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