viernes, agosto 22, 2008

Aprendiendo de Henry Ford

Normalmente todos (incluyendo los diseñadores) tenemos una imagen muy simplista de personajes como Henry Ford. Hace poco incluso asistí a una ponencia de un ingeniero de Shingo Prize proveniente de Estados Unidos, quien igual volvía a la imagen idealizada del 'visionario' empresario que inventó la linea de ensamble y vendió 15 millones del Modelo T, "del color que sea mientras sea negro".

La realidad es más compleja. Ni Ford inventó la linea de ensamble, ni el Modelo T se vendió solo en color negro. Y no es por demeritarlo, en efecto Henry Ford fue un gran visionario, con una capacidad de percepción y de reflexión singularmente aguda. Y con una dedicación impresionante por el trabajo, la experimentación y el aprendizaje de sus errores. Y no fueron pocos.

Los enormes costos ocultos de la masificación del automóvil (contaminación, accidentes, segregación urbana en suburbios, el colapso vial, consumo de hidrocarburos...) son en buena medida aportaciones de Ford al mundo: es difícil evadir la responsabilidad de Ford y de su meta de "un automóvil para cada familia".

Sin embargo, creo que es fundamental regresar a los orígenes. Hay biografías de Ford muy interesantes que nos ayudan a entender mejor su vida en el contexto, la época, la sociedad y la tecnología de inicios del siglo XX. Aquí recomendaría comenzar por leer el libro My Life My Work, un texto disponible hoy de manera gratuita a través del proyecto Gutenberg en línea.

Altamente recomendable ampliar nuestra información sobre estos casos de diseñadores, ingenieros, inventores famosos. No por demeritar sus contribuciones, sino por comprender a fondo su realidad y aprender más allá de los mitos y 'leyendas urbanas' (folk history).

Hoy en día sería importante re-aprender mucho de Henry Ford. Aquí un par de joyas extraídas del libro mencionado.

Sobre los llamados "expertos" comparto totalmente su juicio hablando de sus colaboradores en la fábrica:
“None of our men are "experts." We have most unfortunately found it necessary to get rid of a man as soon as he thinks himself an expert--because no one ever considers himself expert if he really knows his job. A man who knows a job sees so much more to be done than he has done, that he is always pressing forward and never gives up an instant of thought to how good and how efficient he is. Thinking always ahead, hinking always of trying to do more, brings a state of mind in which nothing is impossible. The moment one gets into the "expert" state of mind a great number of things become impossible.”

Y esta otra perla sobre la imposibilidad, que debería estar en letras de oro en toda escuela de diseño:
I refuse to recognize that there are impossibilities. I cannot discover that any one knows enough about anything on this earth definitely to say what is and what is not possible. The right kind of experience, the right kind of technical training, ought to enlarge the mind and reduce the number of impossibilities. It unfortunately does nothing of the kind. Most technical training and the average of that which we call experience, provide a record of previous failures and, instead of these failures being taken for what they are worth, they are taken as absolute bars to progress. If some man, calling himself an authority, says that this or that cannot be done, then a horde of unthinking followers start the chorus: "It can't be done."





Blogalaxia Tags:

No hay comentarios.:

Publicar un comentario