En un evento reciente tuvimos una discusión sobre el papel de la teoría en el diseño. Fue en una mesa con primordialmente practicantes del diseño (profesionistas y docentes) y la Dra María González de Cosío señaló la aparente diferencia entre diseñadores y "diseñólogos", es decir los segundos serían quienes se dedican a estudiar y no a practicar el diseño.
Hay muchas aristas del argumento para discutir, sin embargo por ahora quisiera tomar una de especial relevancia para el tema de este blog: la idea de que los egresados de diseño deberían ejercer el oficio antes (¿durante y después?) de convertirse en investigadores del diseño. En otras palabras, si quienes egresan de la licenciatura habrían de tener experiencia profesional antes de cursar un posgrado.
En lo personal y a raíz de largas conversaciones con diseñadores y no-diseñadores, he entendido que existe una gran diferencia entre "profesiones científicas" (biología, física, cómputo, filosofía, sociología, etc) y profesiones más bien "prácticas" o de ejercicio del oficio, como el diseño (convencional). Esta es una distinción diferente a la de ciencias "duras", "blandas", "aplicadas", etc. Y la diferencia radica justamente en que por un lado hay disciplinas que se encargan de estudiar y entender fenómenos mientras que hay otras que se encargan de crearlos.
Quizá el criterio de fondo sea que en profesiones como el diseño uno adquiere una formación básica en la licenciatura (primer grado) que lo capacita para atender problemas en la vida cotidiana de la gente, las empresas, la comunidad. En cambio, en las profesiones científicas se adquieren las habilidades para el estudio, análisis y experimentación. Son dos tipos de aptitudes bastante distintas.
Entonces, en resúmen creo que el diseñador debería en efecto practicar antes y quizá también durante y después de estudiar un posgrado de investigación (el doctorado en especial). La razón sería que su formación profesional no termina al graduarse sino que continúa durante la práctica. A diferencia de otras disciplinas las cuales su formación continúa más bien en el laboratorio o junto a su sujeto de estudio.
Habiendo dicho esto, se me hace muy peligroso querer hacer la distinción entre diseñadores y diseñólogos. De entrada es insultante para el diseñador, ya que implica que al ejercer, al practicar su oficio no conduce ningún proceso reflexivo, análitico, crítico que le lleve a estudiar y aprender. Es el caso de los "pintamonos" como bien les llama Fernando Shultz, entre otros. Y por otro lado es también despectivo para el estudioso del diseño, a quien de algún modo se "invalida" como integrante de la comunidad relegándolo a la observación y no a la participación del acto de diseño.
En suma, propondría por un lado promover la combinación estudio/práctica y en todo caso considerar que un diseñador completo es aquel que también es diseñólogo, y viceversa. Muchos, de hecho, somos capaces de ponernos el sombrero de diseñador y luego cambiarlo por el sombrero de diseñólogo alternadamente en el transcurso del día.
¿Porqué entonces alguien confrontaría al estudio con la práctica, si todo indica que son complementarias?
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